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En el universo de Elena Deleyto, la belleza no se impone: se revela. Su identidad visual nace de tres símbolos que funcionan como un pequeño rito estético, una metáfora de lo que ocurre cuando el maquillaje se convierte en arte.

El círculo define el principio de todo: la armonía, la calma, la plenitud. Un eco de la tradición griega, donde la perfección de la forma hablaba de equilibrio interior. Así es también la mirada de Elena: serena, consciente, respetuosa con la esencia de cada rostro.

La espiral introduce el movimiento. Es la energía que crece, la creatividad que fluye, la transformación que se despliega poco a poco. Inspirada en las formas minoicas y cicládicas, simboliza el viaje íntimo que supone embellecer sin perder autenticidad.

Los rayos son la culminación: la luz que toca la piel y la hace vibrar. Un destello suave —más Mediterráneo que estridente— que recuerda que la belleza se descubre en matices, no en artificios. Es el glow característico del trabajo de Elena: luminoso, sensible, profundamente humano. Juntos, estos tres símbolos componen una firma contemporánea con alma griega.

Un lenguaje visual que captura su filosofía: belleza que nace en la armonía, se transforma con creatividad y resplandece con luz propia.